CUNA DE VIAJE DAILY PLUS DE CAM. CONSEJOS DE UNA MADRE EN APUROS. POR FLOR ENJUTO.
Cuando una se mete en este negocio de la crianza sin más experiencia que la de los anuncios de Nenuco, intuye -porque tonta no es- que con la llegada de las dos rayas del predictor ha de despedirse de las juergas de los sábados con los amigos, de las veladas románticas y tranquilas, de dormir a pierna suelta regenerando células antienvejecimiento, y hasta de ver una película del tirón e incluso enterándose del argumento, que no es lo mismo, mire usted… pero lo que no sabe –y por mucho que se lo adviertan no se lo cree- es que, además, ha de renunciar a otras muchas cosas, pequeñas cosas del día a día, como llevar las dos rayas de los ojos pintadas iguales sin parecer que tienes un ojo pipa como Paris Hilton, ir bien peinada sin parecer que te ha asaltado una banda de gatos callejeros con la sarna o poder mantener una conversación coherente con otro adulto sin parecer idiota.
Yo con el tiempo he ido aceptando estas cosas y voy por la vida pintada como un mapache con parkinson, con orgullo y agotamiento crónico, aunque he de confesar que aún me niego –me negaba más bien- a renunciar a algunos pequeños detalles como el derecho de todo ser humano a tener cosas bonitas. Aunque después de un bolso de los ‘güenos’ despellejado por la pelirroja, un par de collares despiezados con nocturnidad y alevosía y doscientas barras de labios aplastadas contra la pared, una claudica un poco y se conforma con elegir cosas bonitas para ellos, aun a riesgo de que tengan un precipitado y cruel destino.
De ahí que cuando los chicos de El Planeta del Bebé me hablaron de la cuna de viaje Daily Plus de CAM, quedara obnubilada por su belleza y para rizar el rizo, por aquello de que una es inconsciente y gusta de negar la evidencia, me la pedí en tono beige, que es todavía más cuquísima y bonita, aunque indudablemente tenía más papeletas de acabar con más suciedad que un minero boliviano, que Cigoto aún no sabe ensuciar a no ser que sea con sus vomitonas a propulsión, pero la pelirroja tiene un master en el asunto y experiencia para rellenar tres curriculums.
Pero las dudas se me disiparon cuando me llegó a casa la cuna de viaje Daily Plus de CAM porque es y lo digo a boca llena ‘la más bonita de todas las cunas bonitas del mundo mundial’, beige clarita con unos ositos la mar de tiernos dibujados a los lados, con un megabolsillo para guardar juguetes… además de cómoda, con dos alturas y hasta con una capota para evitar que le dé la luz y con tres preciosos muñequitos colgando para que Cigoto se me distraiga y nos deje vivir aunque sean tres minutos al día.
De hecho, el hermanísimo la recibió con gorgoritos y emoción y la aceptó de buen grado como cuna en el salón para echarse las siestas diurnas bajo supervisión familiar e incluso a veces, cuando lo abandonamos a su suerte para poder recoger la casa de locos en la que vivimos, para divertirse un rato ejercitando musculatura como un concursante escotado de Mujeres y Hombres y Viceversa.
Pero claro esta felicidad no podía durar siempre y a menos de una semana de tenerla en casa, estaba una servidora en sus tres segundos libres de ducha diaria –sin duda lo mejor del día- cuando una pelirroja desatada me abrió la puerta con la cara pintorreada como un marine de maniobras y restos de pintura verde limón por todo el pijama. ‘Ez que ha pazado una coza, mamá… que el ozo de la cuna del hermano eztaba zolo y he pintado otro pero me ha zalido mal y ahora no lo puedo borrar’.
Por suerte, tengo alfombrilla y no morí descalabrada del disgusto, que sólo me faltaba que me llevaran al hospital en paños menores para acabar de perder la poca dignidad que me queda, pero cuando llegué al salón nadie me libró del fallo multiorgánico al ver la parte frontal de la cuna con un nubarrón verde alimonado, que muero de solo recordarlo.
Por suerte, la acuarela se va tan rápido como llega y aunque no ha quedado exactamente como estaba, el pobre oso ya ha dejado de tener esa sombra tenebrosa a las espaldas como de espíritu maligno y mi cuna vuelve a ser una monería. Sin efectos paranormales ni nada.
Sobra decir que hemos rebajado la dosis de creatividad en casa y ahora la nena sólo pinta en ceras… y yo sólo hiperventilo la mitad.