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La hora de dormir, toda una pesadilla


Pesadillas infantiles y terrores nocturnos.

Mientras dormimos nuestro cuerpo está aparentemente descansando pero nuestra mente se mantiene activa recogiendo lo que hemos vivido durante el día e incluso mezclándolo con nuevas situaciones.  Las pesadillas y terrores se agrupan dentro de los trastornos nocturnos conocidos como  parasomnias. No requieren demasiada preocupación, pero sí debemos atenderlos y no descuidarlos debido a las consecuencias que provocan en los niños: miedos, irritabilidad, ansiedad..

En la etapa de sueño del niño existe un momento en el que tenemos que tomar la difícil decisión de llevarlo a su habitación y despegarnos de ellos en la hora del sueño. Esto acarrea un problema a veces para los padres, los cuales están tan acostumbrados a tener a su bebé al lado, saber que si se despierta están a su lado en menos de un segundo y podrá ser atendido con toda rapidez. Pero a los niños también les afecta este nuevo paso, comienzan a dormir solos y a no sentir la presencia de sus padres comenzando así los problemas durante el sueño infantil.

Las causas de estos trastornos son muy variadas, es posible que el niño tenga miedo a dormir solo, a no despertarse, a la oscuridad, pero también son provocadas por otros motivos como el estrés, preocupaciones, tensión, fiebre, entre otras.

No es lo mismo, ni tienen las mismas consecuencias si nuestro pequeño ha tenido una pesadilla o está sufriendo un llamado terror nocturno. Las pesadillas suelen ser más habituales, tiene lugar entre los 3 y 6 años y en la segunda mitad de la noche.  El niño recuerda el sueño una vez que se despierta, experimenta una ansiedad propia de las imágenes inventadas con las que ha soñado. Las pesadillas no presentan ningún riesgo para la salud pero sí pueden crear fobias en el niño que luego pueden acarrear problemas como miedo a la oscuridad, ansiedad, etc.

Cuando nuestro hijo sufre un terror nocturno vemos que se siente mucho más agitado, se despierta llorando, gritando y muy alterado. No recuerda nada del sueño y aparecen en edades comprendidas entre los 4 y 12 años teniendo lugar en la primera mita de la noche. Mientras que con las pesadillas nos enteramos una vez que el niño está despierto, los terrores nocturnos suelen producirse mientras el niño está dormido y cuesta más trabajo despertarlo del sueño.  El episodio puede durar de 10 a 20 minutos y luego volver a la situación normal de sueño.

– Los hábitos antes de dormir son muy importantes para evitar este tipo de situaciones.

– Se recomienda tener una rutina en la hora de ir a dormir y evitar los juegos y situaciones alteradas antes de ir a dormir.

– Tranquilizar al niño tras el episodio quedándonos con ellos, siempre en la habitación suya evitando llevárnoslo a nuestra cama.

– Hablar de la pesadilla haciéndole comprender que se trataba solo de un sueño.

– Algunos niños suelen sentir más seguridad al irse a dormir si mantienen la luz encendida o se abrazan a un muñeco.