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Elegir el sexo de tu bebé ¿es posible?

La mayor pregunta que a todo futuro papá y mamá se le pasa por la cabeza cuando se enteran de que van a tener un bebé es ¿será niño o niña? Y es que a más de uno nos encantaría tener el remedio (así como una especie de botón mágico) para elegir el sexo de nuestro bebé.

Encontramos por internet múltiples opciones y técnicas que podemos llevar a cabo y que harán que la balanza decaiga sobre la X o sobre la Y. Pero ¿hasta qué punto son fiables?

Vamos a ver algunas de las más famosas que encontramos por la red y si alguna/o de nuestros lectores ha obtenido resultados ¡queremos saber su experiencia!

Por supuesto que el sexo de nuestro bebé es algo que importa, pero es un tema que no debe obsesionarnos demasiado, pues lo importante es que estamos esperando a una personita muy especial que tendrá nuestro cariño y nuestro amor sin importar nada más que su bienestar y salud.

El método Shettles y Rorvik:

Este método sostiene que el sexo del bebé variará según el día en el que se ha hecho la fecundación.  Para ello, hay que conocer el momento de la ovulación y programar las relaciones sexuales según las preferencias. Este método está basado en la velocidad y la fortaleza de los espermatozoides X (niña) y los espermatozoides Y (niño).

Según las investigaciones los espermatozoides Y (niño) son más pequeños, más rápidos y más débiles, requieren condiciones de mínima adversidad, llegan primero y mueren rápidamente. Mientras que los espermatozoides X (niña) son más grandes, más fuertes y más lentos, más resistentes en condiciones moderadamente adversas o ácidas. Además, son más duraderos y pueden esperar unos días al óvulo.

Así que, si prefieres tener un niño, las relaciones sexuales pueden empezarse a partir de 12 horas antes de la ovulación pues el espermatozoide debe llegar a las trompas casi simultáneamente con el óvulo, es decir, en el momento de la ovulación

Por el contrario, si quieres tener una niña, se recomienda a la pareja tener relaciones después de terminado el periodo menstrual, por lo menos 1 día después, hasta 2 días antes de la ovulación. De este modo, los espermatozoides Y (niño) “mueren” y el óvulo se encuentra con más espermatozoides X (niña).

La dieta de la preconcepción 

Este método lo dieron a conocer Sally Langendon y William Proctor. Está basado en llevar a cabo una dieta con unos alimentos u otros para modificar el pH (acidez) de las secreciones, mucosa y útero de la madre. Para tener niñas la dieta debe ser alta en calcio y magnesio. Mientras que para fecundar niños debe ser vasta en potasio y sodio. Los autores de esta propuesta enfatizan mucho en que la mujer que se someta a este tipo de dietas lo haga con vigilancia de su médico, especialmente si quiere tener hijo, ya que se propone una alta ingesta de sodio, lo que pone en riesgo la salud de la futura madre (al hacerla propensa a hipertensión, enfermedades del corazón, deshidratación, por ejemplo) si es que no lo es ya.

El método de la Tabla China

Se basa en costumbres chinas a través de una tabla elaborada hace miles de años según las antiguas leyendas. Este método sostiene que el sexo del bebé se determina mediante la edad materna y el mes de concepción del futuro hijo: hay que intentar concebir en el mes correspondiente al sexo que desees de acuerdo a esta tabla.

Trucos y remedios caseros.

Y como no, algunos trucos y remedios que han ido pasando de generación en generación. Quizás menos fiables o quizás no. Algunos de ellos por ejemplo son:  la posición en la relación sexual y el orgasmo (dicen que si el hombre llega primero hay más probabilidades de que sea varón, y viceversa, por cuestiones vinculadas a la temperatura).  El estado de la Luna en el momento de la concepción (cuando esté en cuarto creciente o cuarto menguante favorecerá tener niños mientras que si la luna se encuentra llena favorecerá tener niñas). Según un estudio publicado por la revista británica Human Reproduction, las parejas tienen más posibilidades de concepción de un niño en otoño/invierno y una niña en primavera/verano. Entre otros condicionantes tenemos el entorno familiar, la situación afectiva y económica de la pareja, y el estado hormonal de los padres.

Fuenters: guiainfantil.com, mibebeyyo.com, entremujeres.com