Qué llevar en el bolso para sobrevivir a la maternidad
Si algo aprende una madre cuando pasa de novata a premium -esto es cuando ya puedes sobrevivir con seis horas de sueño a la semana y cuatro red bulles diarios sin que te dé un ictus- es a economizar energía. Que nunca se sabe cuándo va a atacar un virus de esos que acaban con toda la familia de un plumazo o una semana de insomnio infantil. Y por supuesto, a huir de todo aquello que en los anuncios queda muy bien y en las películas mejor, pero que luego en la vida real no vale para nada.
Nuestra sabiduría de madre experta y hecha al malvivir llega a todos los ámbitos, pero especialmente a los trastos inútiles y al bolso del bebé, que es una de las cosas que más cambia si es de tu primer o de tu segundo hijo, que yo con la pelirroja no sólo llevaba un bolso sino dos y una minimochila y por llevar llevaba hasta el sacamocos, que una pensaba que la niña podría ahogarse en mitad del paseo marítimo con un moco asesino, el termómetro por si le daba fiebre y había que saber la temperatura con suma urgencia, mudas para pasar una semana en Benidorm y juguetes con los que nunca jugaba pero que había que llevar por si acaso le daba por jugar. Un despropósito, que iba una como un sherpa para luego no usar nada, claro. Por supuesto, lo ideal es un mega bolso, como por ejemplo el Bolso Big Bag de Jané.
He aquí lo que según mi experiencia es fundamental llevar para un niño de más o menos un año.
– Pañales y toallitas. Piensa cuánto tiempo vas a estar fuera y calcula cuántos pañales necesitas. Luego multiplícalo por tres. Que las diarreas son muy traicioneras y te pillan a bocajarro en cualquier lugar. O vaya que haya un rayo de esperanza y la abuela diga de quedárselo a dormir y la falta de pañales y toallitas te eche abajo el plan.
– Mudas. Dependiendo de lo cochino que sea, echa más o menos. Pero duplica. Que justo el día que no llevas llega la vomitona infernal y te ves comprándole un vestido de nylon en los chinos.
– Chupetes. El mejor amigo de una madre. A gogó.
– Ibuprofeno o paracetamol. El segundo mejor amigo de una madre para casos extraordinarios. Tú en una boda y el niño con fiebre en el primer plato. Chute y a volar. Eso sí, la barra libre te la pierdes, que tampoco hay que abusar del buenvivir.
– Agua, zumos y otras viandas. Hidratados y alimentados los niños dan menos guerra. Es un hecho. O al menos se entretienen un rato.
– Cepillo y colonia. Que después de un día de parque infernal, con el niño como si acabara de salir de una mina Boliviana, te encuentras con tu amiga doña perfecta recién salida de una revista de moda con su hijo impoluto y educadísimo y te quieres morir. Dos chicates de colonia y un cepillazo y el niño parece otra cosa. O por lo menos huele bien.
– Sobornos. Esto es lo más importante. da igual por lo que se pirre tu pequeño, la cuestión es tenerlo a mano para evitar o solucionar crisis callejeras. Chuches, gusanitos, el osito Teddy, la Barbie Sirena o el rodillo de amasar. Cada cual con sus filias. Te sacarán de más de un apuro cuando intentes pagar en la cola del súper o trates de hablar con la maestra de la mayor y el niño entre en posesión demoníaca, debatiéndose entre autolesionarse o lanzarse al vacío carro abajo. De nada.