TODO SOBRE LA SILLA DE PASEO MINI BUGGY DE EASYWALKER
Con el carné de madre que te dan cuando te recosen tras el parto, viene de regalo un carné de experta en un montón de cosas, algunas más glamourosas que otras, para qué engañarnos, que lo mismo de un simple vistazo distingues un encaje chantilly de un valencié en el cuello bebé de una camisa de batista, que diagnosticas el malestar del niño por la solidez y el color de su caca. Muy ecléctico todo.
Yo por mi parte soy experta en muchas cosas, como en excitantes legales para mantenerme despierta y no morir con la cabeza hincada en los columpios balancines, en aprender trucos de maquillajes para disimular las ojeras de siciliana enferma y la cara de indio viejo fruto de contar con tres horas de sueño en el cuerpo, o en tener reservadas un par de historias terroríficas para mantener a la pelirroja a raya cuando se me pone vacilona.
Bueno, pues ahora, además, soy una experta en carros de bebé. Sí, señor. Porque hay carros y carros y una ya empieza a tener ojo para estas cosas, que no es lo mismo una sillita de paseo que otra, por mucho que se parezcan. Igual que no es lo mismo un calvo que otro, que mira tú Wert y Bruce Willis. No hay color.
Por eso, cuando los chicos de El Planeta del Bebé me comunicaron que iban a regalarme la nueva sillita Mini Buggy Pepper White de Easywalker para el pequeño Cigoto, no pude estar más contenta. Vamos, que ni con un bolso Louis Vuitton de damero azul para mi persona. Lo primero porque es cuqui y bonita hasta decir basta y segundo y principal porque es cómoda, ligera y fácil de llevar y transportar allende los mares.
Con respaldo reclinable, siete minikilos de peso, con un asiento que permite que el peque vaya sentadito sin que se le entumezcan las piernas colganderas como ocurre con otros modelos, con capacidad para aguantar hasta los 20 kilos de peso, ruedas bloqueables y una capota XL que para un niño pelirrojo con la piel de Nicole Kidman y propenso al achicharramiento gamba, es un aspecto a tener muy en cuenta.
Y hasta al pater, que suele pasar de estas cosas, se le pusieron los ojitos ‘güertos’ de la emoción cuando vio que la sillita era de Mini, como la marca de coches, y ahora vive sin vivir en él y lo pasea vacilando frente a los otros padres que nos miran lampones y sabedores que somos los guays de la pandilla.
Y hasta Cigoto, que es la reencarnación del mal y sólo gusta de trepar por todo lo trepable y de escapar cual Houdini de cualquier sitio por complicado que parezca, está encantado con su nueva sillita de paseo Mini Buggy de Easy Walker y es sentarlo en ella y no decir esta boca es mía, que el niño no es tonto y sabe que la nueva sillita de paseo, es mucha sillita.
El problema es que la he vuelto a pedir en beige, porque la cabra tira al monte y el beige es un color que me pirra para los nenes, pero claro, el pequeño pelirrojo además de ser malvado, es una termita devoralotodo y un cochino de primer orden, y la fundita que lo cubre y que lo hace aún más confortable digamos que por el momento ha dejado de ser beige para pasar a ser de tonalidad más café con leche… pero vamos nada que no se arregle en un lavado de quince minutos en la flamante lavadora de la mamma. Que ella es experta en lavados a mano y a máquina… y yo en echar caradura.
La cuestión es especializarse.