VINILOS DECORATIVOS DE COIMASA
Poco después de que me salieran las dos rayas en el predictor por primera vez, entre vómito y vómito y visitas de urgencia al ginecólogo por aquello de ser una premadre neurótica, me entregué en cuerpo y alma a la decoración del que iba a ser el dormitorio de la nena. Imagino que por aquello que cuentan del síndrome del nido o porque el cuarto era por aquel entonces un despacho destartalado decorado por un ciego o porque una tenía que entretenerse en algo que no fuera en llamar al ginecólogo a deshora o meterse en foros surrealistas de embarazadas hipocondríacas.
El pater que me teme cuando me dan estas filias repentinas por algo, se puso a mi disposición para llevarme a ver muebles, armarios, cojines, colchas y demás, con los ojitos güertos de comparar tonos y de armar todo lo armable para después acabar cambiando la mitad de las cosas y recolocando la otra mitad.
Pero lo peor de todo fue pintar las paredes. Porque yo quería un cuarto coqueto de niña bien –yo aún no sospechaba tener a esta hija mía loca por la lentejuela y el flúor- y me encapriché de la idea de pintar rayas verticales en rosa palo. Pero a una distancia concreta y de un rosa concreto, que nos costó la misma vida.
Midiendo con un metro, marcando con una regla y un lápiz y delimitando con una cinta de carrocero que al final se llevaba la pintura al despegarla o que se quedaba pegada como las etiquetas de la Nocilla… y había que darle con una esponja hasta el fin de los días y así hasta que dos semanas de trabajo después, terminamos.
Un infierno. Sobre todo para el pater que perdió tres kilos con la hazaña, pobrecito mío, y para el resto de la familia que estuvimos masticando pintura rosa hasta anteayer.
Por eso ahora que toca redecoración de la habitación para meter a Cigoto y que he pintado de blanco liso la habitación, la idea de los chicos de El Planeta de El Bebé de colocar unos comodísimos y preciosísimos vinilos de Coimasa que le den personalidad y magia al cuarto, sin cargarlo y con toda facilidad de limpieza, me ha encantado. Y cuando he visto los modelos de COIMASA ya me he emocionado.
Y es que estos vinilos de Coimasa vienen con unos dibujos ideales, coloridos pero sin estridencias y que vienen acompañados por un metro para que los pequeños puedan comprobar cuánto van creciendo. Yo me he pedido el de Caperucita que me tiene enamorada y que, por supuesto, ya he colocado en la pared.
Y ahora estoy como las locas mirando el catálogo de Coimasa lleno de preciosuras en forma de bañeritas, minicunas, sábanas, fundas, edredones, chichoneras, arrullos, capas de baño y un montón más de productos que puedes comprar a juego para tener el dormitorio más bonito del mundo.
Yo por mi parte ya tengo mis vinilos de Coimasa y ahora estoy planteándome la opción de comprar alguna cosita más a juego. Y el pater, encantado, no sólo porque también sea fan de caperucita sino porque es pensar en las rayas rosa palo y entra en coma. Criatura.